El día que conocí a Silvia,
brillaba en su dulce carrusel.
Vestida con jogging y botitas,
insinuaba en sueldo de mujer.
Sus hombres la visten y despojan,
sin poder llorar en su futuro.
Tú disfrazas su eterna luna,
siempre rojo y rouge oscuro.
lunes, 9 de noviembre de 2009
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